Empezando a corregir ese vocabulario

Tom estaba habituado. Llegara a la hora a la que llegara, Joana siempre y en todo momento le hacía aguardar. De todas formas, podía estar satisfecho, pues en otras ocasiones, el retraso había sido sensiblemente mayor, sin que jamás se hubiera disculpado o bien dado una disculpa razonable a este respecto.

Virginia es una distinguida señorita, destinada a caballeros de buen gusto y buena educación. En su compañía hallará todo con lo que alguna vez ha soñado, cariño, sensualidad y erotismo. Una excelente amante que convertirá sus fantasías realmente.

La alegría que se pierde en ese matrimonio aún puede volver a fluir como una inundación si solo puede resolverse a permitirlo. Piensa un par de veces y lucha por la supervivencia de tu matrimonio. Si luchas por la supervivencia de ese matrimonio, va a haber una llegada de amor y nueva luna de miel.

Una vez relajada la mujer, esta va a deber lubricar el dilatador. Para ello va a deber emplear una pequeña cantidad de lubrificante al agua. Una vez lubricado el dilatador, la mujer va a deber introducirlo de una forma gradual y suave.,

Con lentitud podrás abrir y sentir los sentidos adormecidos de tu maravilloso cuerpo y vas a bañar de una luz llena de quantums y hormonas la sensualidad de tu piel profunda y así, purificarás tu sabio cuerpo.

Baile sucio para él: efectuar una danza erótica lenta o algo sensual para tu hombre es una genial manera de excitarlo. Un enorme porcentaje de hombres estarán felices de verte masturbarse en su presencia.

Por un beso de tu boca 2 caricias te daría. Tres palabras tuyas demostrarían 4 veces mi alegría y en la quinta sinfonía de mi sexto pensamiento siete veces te diría las ocho letras de un te quiero; por el hecho de que nueve veces por ti vivo y diez veces por ti muero.

Mi nombre es Susana y soy una atrayente catalana con la que vas a pasar unos momentos imborrables. Dicen de mí que soy extremadamente sensual … con clase, con un carácter extrovertido, dulce, cariñosa y muy implicada.

Incluso tras estar convencido de que la cosa no daba más, salía a caminar cerca de su casa. Esperaba encontrármela por accidente y que, por arte de birlibirloque, estuviéramos de nuevo juntos. Lo cierto es que nada de eso ocurrió en aquel instante. No hubo reencuentro ni magia.

Para evitar que esa sensación de minusvalía se haga más intensa allí donde realmente importa (esto es, en cama), lo mejor es dominar el mayor número de recursos amatorios para, de esta forma, sacar mejor provecho a lo que, por genética o azar, nos haya tocado en suerte bajo los calzoncillos.